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Guía de Isora 23 de Dic de 2014
La Navidad
Estamos inmersos en las fechas en que, teóricamente,
se celebra el nacimiento de Jesucristo en un territorio
tan plácido y tranquilo que aún se llama Tierra Santa
y que lleva dos mil catorce años, más o menos, repitiéndose
con un montón de cursiladas, mentiras y una hipócrita
disposición de la mayoría absoluta, mientras allá, en Palestina o Israel, llevan dándose leña desde que uno recuerda.

Una fiesta religiosa que se prolonga cada diciembre/enero con disciplina monacal, en forma de portales, árboles decorados, papánoeles, luces a punta pala, felicidad obligada, villancicos cutres, comilonas en tiempos de hambre, amigos invisibles, regalos, polvorones (perdón), riberas del Duero y otros caldos de moda, jamón de pata negra que es lo poco negro con estirpe, misas del gallo a la hora en que el gallo lleva horas durmiendo, besos y besos adornados con yo también te quiero y ponga la penúltima, cabritos degollados en la flor de su vida con un sorbito de champán bailando con una pariente, y ande, ande, ande la marimorena porque hay que ver como beben y beben los peces en el río, mientras se contempla como a Belén va una burra, rin rin, cargada de chocolate, ay, y dime niño de quién eres y si te llamas Jesús, que contesta siempre que soy amor en el pesebre y sufrimiento en la cruz, como si nada,  o anunciar nuestro cantar que ha nacido el redentor y que la tierra, el cielo y el mar relucen llenos de amor, o que esta noche es noche buena, noche de comer pasteles, y el que no tenga dinero que se arrime a las paredes, alegría, alegría y placeeeeer, esta noche, nace el niño – otra vez – en el portal de Belén, o ¿por qué no decirlo?, noche de pazzzzzz, noche de amooooor y tal, que es cuando hay que llamarle la atención al cuñado que llevó la pandereta y no tiene oído y se ofende, se va a la mesita y vuelve a beber como un peje verde, mientras su señora le llama la atención y le dice que tienes que tomarte la pastilla, Paco, y no tomes más que mañana te levantas de mal humor, Francisco el mío.
Resumiendo: no se sabe el  por qué seguimos celebrando esta fiesta comercial y relajona, pero reconozco que soy el primero que entro por el aro. Y, además, ya soy el más viejo del clan, por lo que me ceden la cabecera de la mesa y me siento casi feliz de poseer (…) una prole bien estructurada, que sabe furrunguenear la guitarra y afinan más o menos, cantando como siempre los versos que citamos en párrafos anteriores. Ah, y encima, comemos unos bichos horrorosos que se llaman langostinos y que cuestan bastante y cunden poco, pero es lo que hay y lo que toca. Y hace frío que es lo normal, porque el clima – ya lo hemos dicho – lo inventaron los turistas que hoy son más frioleros que los nativos. Por ello, muchos oriundos se van a Playa (…) que es dónde siempre hace buen clima, o sea calor. Acercarse al Abama o al Palacio de Isora se deja para los de alto poder adquisitivo, pero eso es otra historia, pero que su plantilla de fuste vienen de Península, porque los aborígenes pasamos de casi todo, menos del fútbol y su anestésico devenir.

Y como todo no va a ser polvorones, me entero que la infanta Cristina  puede sentarse en el banquillo que es como un vestuario desolado. Y lo que era lógico nos parece insólito, perdón, y el pueblo llano se siente, en el fondo, como desvalido al darse cuenta que hasta la aristocracia puede entrar – no caerá esa breva – en prisión, lo que descontrola las bases falsas de lo que pudo haber sido y no fue. Hasta el portavoz del Gobierno, pico de oro, dice caca, culo y pis. Cielos. Y es que hay que despedir el año con buenas palabras en boca de un carca de derechas (…) que se supone bien educado y uno presume que no lo es, porque esa facción sólo se instruyó. La educación es otra cosa, por lo que debemos pensar que mal terminamos el año, aunque según la macroeconomía, las cifras van que da gusto, palabra de Ashotel, del Ferrán o de Rato, todos gente seria y que han demostrado con creces su eficacia. Como Iñaki o el ex rey, su majestad campechana. ¿Más paro?, pues sí, más parados; ¿más miseria?, también; ¿más falsa caridad?, lógico; ¿más corrupción?, lo de toda la vida; ¿más coches atascando las mal construidas carreteras?, pues sí; ¿más accidentes?, también, a pesar de los controles; ¿más turrón y más mazapanes?, pues claro, aunque los infinitos programas culinarios aconsejen lo contrario, etc. etc. etc.

Y ahora voy a llamar a antiguos colegas ya jubilados que, parece mentira, nos seguimos llamando y comprobamos que aún estamos vivos, con el colesterol alto, ácido úrico o azúcar, pero quejándonos de lo injusto que es el que nuestros descendientes hayan sido castigados por los ladrones y otras gentes de mal vivir. Y no pasa nada, Bueno, aparte de la anécdota que la infanta pueda hacer historia. No obstante, hay algo aprovechable en estas fechas y es el que parece que recobramos un poquito, solo un poco, de la cursi solidaridad y un acercamiento coyuntural. Menos es nada.

Así que, compatriotas, vamos a intentar que este año pase (es todo religión) y que el que deseamos próspero (…) sea de verdad mejor que el obsceno que estamos despidiendo. Y que el que no tenga dinero que se arrime a las paredes. Un verso perfecto.

Cheche Dorta