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Guía de Isora 28 de Enero de 2014
Conversaciones en la catedral
Después de una larga hibernación – fuerte frío hace,
dice todo el mundo – en que he dejado de escribir,
he aquí que se me ocurre, al hilo de la actualidad
más bárbara, retomar este vicio no siempre inocuo,
de opinar sobre lo que acontece cada día que es
imposible superar con la literatura; pero hay que seguir – pensé – batallando modestamente a este lado de la barricada, porque ya pasaron los que no tenían que haber pasado, (aplausos).

Y digo yo que en la tercera inauguración (…) de la catedral de La Laguna, coma, no hacía falta montar ningún número ni hacer declaración de intenciones: sólo bastaba con no ir. Repetimos: no ir y tener la boquita callada y, en el caso de Abreu, mirar para otro lado, perdón. No ir a esta ceremonia, falsa, de reabrir después de doce años un templo de hormigón armado (…) por tercera vez y no la última que sólo sirve para la secta y que continúe la cadena de transmisión de los curas pederastas y los otros, pocos, que menean el botafumeiro; y me persigno. Y doy marcha atrás, ños, intentando recordar toda el asco que se ha vertido sobre nos (me persigno de nuevo) en estos pocos años en que los ricos han mostrado su verdadera cara, oculta bajo la simplona de las nuevas (de) generaciones que montaron en cada pueblo para seguir riéndole las gracias a estos degenerados, valga la redundancia.
Es decir: lo de la catedral me dio pie para lo que intento. Y no es poco, dado que hubiera o hubiese bastado (…) que se le diera libertad – en Aguere – a la numerosa nómina de esclavos, de hermanos del señor, devotas de la monja de carne tan dura que ni los bichos inclemente no pudieron comérsela, a los restauradores del Cristo, a los primeros viernes, a la madrugada fría, a la explotación cruel de los estudiantes del interior en las pensiones decimonónicas, del seminario enorme, de la sotana, de las grandes superficies y de los escasos bochinches (otros dicen güachinches) que quedan en la ciudad, del arrastre de ganado, del alcalde institucional que tiene que ir aunque no quiera ir, de la posma relajante, de un largo etcétera y tal, ya digo y gracias a dios, vuelvo a decir algo dentro de la nada.

Reitero: lo de la catedral da la medida de la ola de mediocridad que nos lleva atenazando desde hace muchos años, antes de la crisis y que hubiera bastado con no ir el que no tuviese ganas y punto. El resto ya lo sabe el que quiere saber: sicarios de uniforme dando porrazos, el alcalde en su puesto (tiene aspecto de haber pasado por el seminario o similar), el ministro en su plan y el obispo -¡oh!- mandando todo vestidito de púrpura, haciendo oídos sordos al clamor de la plebe, como un infante imputado, tal vez cantando, interiormente, lo de “perdona a tu pueblo señor, perdona a tu pueblo, perdónales señor” y mirando al ministro y sonriendo – ellos se entienden bien – le dice sin palabras que “no estés eternamente enojado, colega…” Y el coleguilla le responde, también sin palabras -porque ya hemos dicho que el animal conoce – “cuán gritan esos malditos, etc.”. Y se dan la mano, derecha, ojo. Hay que perdonarlos, porque no saben lo que hacen. En el intre (…) el jefe de los socialistas, ante un altar doméstico, musita “que pase ya este cáliz…porfa”

Afuera, cerca del ateneo y del dos y una, tres, la plebe grita y recibe una mano de goma que pa qué, mientras los responsables de la cultura y tal, se calzan el silicio para mortificarse y los capirotes morados – el color de La Laguna- esperan pacienzudamente que pase ya el pagano y cutre carnaval y que llegue, ya, la semana santa, para cumplir con esa tradición inquisitorial y ganar años luz en el purgatorio. Queda inaugurado este pantano, perdón, esta iglesia catedral de los remiendos, sorry, de los remedios.

Y allá, muy lejos, en la meseta carpetovetónica, los innumerables asistentes a la feria del turismo, relajados de comer y de tanto folleto (perdón), venden las bondades de esta tierra que es pacífica, tanto – dice un alcalde – que se deja aporrear por una unidad de sicarios y un obispo facha. Y, además, por el silencio de las teles, de las radios y gran parte de la prensa en papel que poco o nada dijeron del terrorismo de sotana e incienso.

Este silencio que ha hecho mantenerme callado largos meses y que ahora intenta recobrar la palabra escrita. Y nada mejor que el sainete de La Laguna, patrimonio de la humanidad inhumana, para empezar. Menos es nada. La nada.

Continuará….espero. Hay mucho ladrón, mucho robo, mucha infanta, mucha injusticia, mucho vasallaje, mucha resignación, mucha mentira, etc. para escribir algo de vez en cuando.  Vamos a ver. Repito: vamos a ver, que no es poca cosa.

Cheche Dorta
Comentarios
GRACIAS POR EL RETORNO.....LECTOR
Si... no es poca cosa Pero de todas formas yo tambien me alegro de su vuelta. Muy bueno por cierto..