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Guía de Isora 22 de Feb. de 2014
Amas de cría
Siempre hubo desvalidos descendientes que mamaron
y siempre hubo quienes les dieran de mamar. Como
existieron mujeres acomodadas (…) en casas de ricos,
quienes, cargadas de ubre, alimentaron a los vástagos
que procrearon sin amor los dueños a quienes servían.

Sus amos, a veces con derecho de pernada, que eran hombritos casados por intereses nada románticos con tabletudas mozas inapetentes, secas y escasas de leche buena y con abundancia de la otra casi invisible (la mala). Pues eso ocurrió y las consecuencias de aquella lactancia puede constatarse, perdón, al ver la prole que dejó el gremio de nodrizas y que urdieron una trama tácita con sus sindicadas compañeras, para inocular a los infantes un cromosoma sutil pero inclemente como una venganza, y que los hijos naturales (así se llamaron hasta ayer como quien dice), pudiesen contemplar el escarranchado devenir de los que mamaron de sus pechos desclasados. Vigente en la actualidad. Y permitidme (que diría Soria el nuestro) hacer como un monólogo interior para recrear lo que en este momento dado se me ocurre y que tiene que ver con la ignorancia de su alteza, la infanta de España que dijo más de cuatrocientas veces ante el juez el “no me acuerdo” o el “no me consta”, lo que demuestra que algo de lo que se dice en los primeros párrafos de esta crónica es verdad. Yo si recuerdo a las criadas y a los hijos de la gran puta que las explotaban hasta rozar el crimen mal estudiado, pero tenaz. Y no estoy sólo, creo, en esta apreciación que se repite – a la vista está – cíclicamente. Item más, como dato antropológico debo decir que dentro de la gente pobre, hubo criaturas que amamantó una cabra nada loca, como la loba, salvando las distancias, que fundó la Roma otrora poderosa, aledaña al Vaticano impoluto, célibe, virgen y mártir. El rey, nuestro señor, nació en esa ciudad eterna, como la monarquía.
De manera que hoy, en que se oye cotidianamente lo de que todos maman, hay que darle parte de razón a los que así se pronuncian, los mismos que hace dos años más o menos, le deseaban la muerte al simplón de ZP y ahora, cautivos y desarmados, se quejan con la boca chica como un chico chico, valga la  redundancia, ante el desfile interminable de los golfos que votaron. Confianza, camarada. Usted es un vasallo de la derecha que, ayer mismito, dio otra prueba de lo más granado (…) de la marca España, patriota de boquilla, albacea etéreo de las presuntas grandezas de un imperio que fue y que hoy se siente decepcionado – o muy levemente desilusionado – porque la gente seria no ha colmado sus expectativas. Y no está solo, hay como once millones de sobres – algunos sinceros – que volvieron a darle de mamar a los hijos de las amas de cría que, a lo mejor, sus ancestros le inyectaron la poca vergüenza de la que alardean. Gente seria y patriota mientras no le toquen el bolsillo. Y siempre ha sido así.

Lo de “leche y leche” no es una moda viscosa, no, es un atavismo que se aparece muy de mañana y nos da cierta energía mentirosa para cumplir un calendario arcano y desmemoriado que nos separa cada día más de cuando la leche se cortaba y no había neveras ni bífidos; ni yogures ni cruasanes. Pero la leche, la buena y la mala, sigue alimentándonos como mamíferos que somos. Y como estoy relajado de tanta sacarina, vamos a dejarlo por hoy, no sin antes hacer una promesa (nada de ir a pie hasta Candelaria o a ver a la Siervita) y someterme a una disciplina para que esta crónica debe tener su segunda parte con más tetas y mejor acomodada.

Continuará…

Cheche Dorta