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Guía de Isora 26 de Febrero de 2014
Cien mil preservativos
Así se anuncia como si fuera natural para la diócesis
y la inmensa mayoría católica la remesa de condones
que se repartirán, por si acaso, en los carnavales de
Santa Cruz (…) de Santiago Matamoros de Tenerife,
antes Añaza. Y no passssa nada, pibita. Cien mil estuches de plexiglas que abrigan al miembro para que el futuro feto no sea feto o un no nacido, porque estamos en la fiesta interminable.

Y el artilugio, el preservativo, es como un pequeño muro, una valla casi invisible para que la posible vida deje de serlo. Nada que ver con las que se erigen en las ciudades autónomas en el norte de África. Es decir que, desde ya, se presupone que un importante número de coitos de van a producir entre comparsa y comparsa. Cien mil condones, perdón, que impedirán que los quince mil censados fraudulentamente por la capital, se queden chiquitos y no nacidos con la única protección de una ligerísima película de latex (…) para que la iglesia se quede tranquila, porque no se produce la fecundación del óvulo y no hay vida, mejorando lo presente. Y me persigno. Hagan el amor, hermanos, y pónganse el cilicio dentro de unas semanas, cuando seguirá la pasión con más estatuas, más esclavos, más matraca y menos batucadas, oiga. Y, además, este año contamos con la cuarta apertura de nuestra catedral (ya dije que era y es un pastiche) que dará más pompa a la insulsa circunstancia, y las goteras de la Iglesia de la Concepción de La Laguna, otra más, que tiene que repararse. Es de justicia y se hará más pronto que tarde. Lo nuestro es dejar quemar edificios religiosos y rehabilitarlos después, nada que ver con la ley del turismo. El purgatorio no puede esperar.
De manera que algo no cuadra. Porque llevamos un par de años enrollados (…) con la Ley del Aborto y que si sí y que si no, viendo el careto facha del Ruíz (casi pongo ruin) y poco gallardo ministro de justicia y a un montón de mozas estériles besándolo y ahora, precisamente, los cien mil preservativos (como la araña de Lorca) descontrola cualquier debate serio. Es el carnaval, antesala de la semana santa. Y ahí si cuadra. Es el mercado y las farmacias expendedoras; la economía y la marcha atrás que es lo que manda de verdad en este momento dado. Otro aborto. Creo. O un culo, sin discriminación de sexo ni raza, como el de aquél que se le ocurrió ir a orinar a un descampado, lo trancaron unos desalmados sodomitas, lo violaron y traspuso, dolorido, y quejándose “si lo sé no vengo…” murmurando dolorido. E imaginemos, y con voluntad es, que boca abajo todos los culos son iguales, o sea; y a partir de esa premisa, regresamos al principio de lo siglos dónde dicen las escrituras apócrifas que se hizo la luz, que es, precisamente, lo que proclamara nuestro ministro Soria, ex consejero de economía cuando se llevaba más o menos bien con Paulino.

Haciendo cuentas, resulta que a un euro el condón con cien mil euros que podrán sacar adelante estas fiestas de interés turístico internacional y diversificar (…) la maltrecha economía archipielágica y, ojo, sin que ningún no-nacido esté en peligro porque no se ha producido el encuentro del espermatozoide perdido en busca del óvulo oferente. Ños. Y esto si que mola que te cagas. Hay pocas perfomances en la vida como la ceremonia de ubicar el preservativo en su lugar, mientras la mujer hembra contempla como se erige (…) un muro infranqueable, mientras ríe. Total, piensa, dentro de poco voy a la procesión que me encanta, me confieso y ya está.

No está de más que pensemos en aquellas calles devastadas por la estafa y que por un par de semanas, ante de, se llenarán de esperanzados danzarines que darán la nota y la entrada para otra semana mucho más pía y santa, repleta de pecados que serán, sin duda, perdonados. Casi igual a las más de treinta mil máquinas tragaperras (…) que nunca fueron revisadas – casi como un grupo terrorista – y que llevaban a cabo la sacrosanta misión, como el cepillo de los expertos en cepillarse a tiernos infantes desvalidos, en inocular el virus de una droga dura en que pierde el pequeñísimo parasimpático (…) y gana la banca en tiempo y forma de un robot casi musical.

Así que aprovechemos esta etapa evangélica antes que llegue la matraca, y usar libertariamente de los profilácticos que la tecnología pone a nuestro alcance. Es la edad, dice el ecónomo que ya se pone en guardia para buscar dinero para reparar la enésima chapuza casi eclesiástica en la iglesia de la Concepción de Aguere – una joya descuidada – que se moja cada vez que llueve. Todo se andará. Mientras, disfruten de las carnestolendas y del condón. Menos es nada, feligreses.

Tal vez no exista tanta diferencia entre los carnavales y la orgía (perdón) del clero y sus acólitos; si se les quita a ambos la pompa y la pluma se quedan en poco. Y si se repitieran los desmanes como si de un gol se tratara o tratase, habría demasiada similitud. Creo. Imaginemos un capirote que es el gorro que se ponen los esclavos para preservar (…) su rostro con el antifaz del guerrero que sale del armario en estas fechas y hay una pasión, un candado abierto, un monólogo interior, un relato breve, un derroche de esperma en cirios y otras fálicas hipocresías, un perdona a tu pueblo señor, una ópera del pueblo y bufa, muy bufa, una zarzuela (…) que canta que yo soy el rata primero y tu el segundo y tu el tercero, un género chico, una reina infantil que es casi como una infanta que es inocente aún…

Cien mil posibles nonatos comprados a los chinos que tienen prohibido tener más de un hijo. Y cuidadito con la posible rotura de un plástico barato, porque le puede salir, dentro de unos meses, un cubanito soy señores, cubanito y muy formal, etc., so pena que no haya plaza en las casas-cunas o le roben como si nada (era la nada) a un ser procreado con  muchísimo amor en un momento de pasión que sólo se encuentra en la semana santa y en el carnaval, ¿una paradoja surrealista…? pues sí. Como el reparto gratis que nos ha ocupado en este sermón.

Cheche Dorta