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Guía de Isora 1 de Julio de 2014
Las Romerías
Desde el mes de mayo comienzan estas fiestas
paganas (…) empezando en Tegueste que es un
municipio que no tiene mar pero sí barcos repletos
de banderas rojigualdas y terminan pallá en ese invierno
que ya ni pega ni nada. O sí. Ya se ha dicho. Y, a partir
de esa fecha, siguen en casi todos los pueblos de las Canarias todas.

El último ejemplo de lo que cito es la de La Orotava, villa preciosa que posee, entre otras cualidades, la más bonita iglesia: la Concepción, que no se ha explicado nunca lo del espíritu santo, salvo la entidad financiera do guarda su paga un futbolista de fuste.

Pues a estas manifestaciones de patrio fervor asisten miles de guanches y guanchas, pasando calor por calzar los apócrifos vestidos que nadie se cree, porque no me vaya usted a decir que un sombrero tipo bombín, refajo, falda, pompones y corpiño lo usaban nuestros ancestros para ir, por ejemplo, a la era, a la huerta o a cargar estiércol. No cuadra, salvo para don Alexis y el sastrecillo valiente. Y si toca orinar, verbigracia, hay un problema, dado el laberíntico desnudo al que hay que llegar para que el esfínter que clama, cumpla su misión.
No es fácil. Treinta mil almas, ya digo o más, que repiten hasta el hastío lo de esta noche no alumbra la farola del mar (a base de petróleo), o ay Bajamar, allá por Las Teresitas, La Bamba, en los brazos de su madre el pobre niño murió, al pasar por el cementerio, lírica piedra lunar, en busca de Valentina, si tienes ganas de belingo ¡vétete por ahí!, el zurrón del gofio, tu eres la baifa y yo el baifito, etcétera. Es la tradición que siempre, siempre tiene que tener – obligado – un santo o santa y un cura que, a lo mejor, no es pederasta, para que presida la romería y bendiga al ganado. Hay gente pa todo. Y los miles y miles de guanches puros asisten con disciplina casi espartana a esa procesión que sólo conduce a la pelota de gofio y poco más. Eso es una romería. Protestar por la miseria es política y yo de eso no entiendo ¿Vale?, si. Y tampoco, los romeros y romeras, ay, se quejan por el hambre que pasan los que van a los comedores escolares, creo. Afine la prima, maestro, que no dice. Y cantan que el Mundo tiene una Europa y Europa tiene una España y – coma- España tiene un tesoro que son las Islas Canarias. La versión moderna es apócrifa. Es una romería, insisto y no una cutre manifestación ni la cola del paro.

Pues en la penúltima, los toros castrados – el arrastre- pidiendo agua por señas y hartos de tanto mago (perdón), rompieron las riendas y casi lesionan al güayero. Pero eran bestias castradas y dóciles, uncidos al yugo y las flechas, con la nariz rota por el fierro y la crueldad de quién le quitó el escroto, un guanche puro y analfabeto. O tartamudo. O de los que predican que cualquier tiempo pasado fue mejor: no hay más que verlos. Hay cada dentadura casi perfecta por ahí que echa por tierra la nostalgia sin argumentos. Por no haber, no había ni pasta de dientes. Y el agua – prospecciones aparte – a cargarla en el chorro, antes de la privatización moderna que dejó en manos y en la llave inglesa a las multinacionales para darnos de beber según convenga. Tiempo al tiempo. O yo o el caos, dicen que dijo nuestro ministro a las nuevas degeneraciones que, absortas y extasiadas, escuchaban un pregón que versaba sobre la insoportable levedad del traje de fiesta de una moza garafiana, por ejemplo, aventando la mies al peso del mediodía. Es lo que tienen los nacionalismos, dicen que dijo el político, que no evolucionan. Nosotros, los liberal-conservadores ya hubiésemos reciclado lo obsoleto con la privatización de esa industria de sastres decimonónicos y reconvertir el traje típico en un diseño de lino crudo (…) con calzado del tal Manolo el palmero, más fresco, más actual, más innovador ¿oíste?, si….mientras aplaude con pasión la elite que pudo entrar en la ermita do el excelentísimo recitaba un pregón en su ciudad natal: Terde (o Telde). Todavía hay clases.

Y qué tiene que ver el párrafo anterior con las romerías. Pues creo que bastante, ya que hay de todo: trajes incómodos, público entregado, bendiciones, sermón y aplausos. Ah, y un vino – español, por supuesto – a la finalización del acto. Las carretas, los bueyes, el folclore, los vasos de plástico, la rondalla de la tercera edad, el timple plebeyo, las coplas vulgares y el no saber estar se deja para los otros. Las romerías son más del pueblo llano – hoy más plano que nunca – y un pregón es como más culto, a ver si me comprende. Así que, camaradas, manténganse fuertitos y dejar que bailen y canten y beban vino pirriaca. Así estarán entretenidos. Ojo. Siempre nos quedará el frac, traje tipo pingüino que, por cierto, es pájaro del sur. He dicho, dicen que dijo el líder.

O sea: propongo una huelga de bueyes caídos y que en lo que dure la dura (…) crisis no hay por qué salir a bailar por esas calles. Y que se guarden las fuerzas para protestar contra otras cuestiones mucho más trascendentes que la farola del mar. Creo que no es mucho pedir aunque le duela a algunos ni-nis que son verdaderos ninis con cobertura, saludables especimenes de momento bien parecidos y saludables, hasta que el cajero deje de disparar la ayuda que ni ellos mismos saben de dónde sale. El buey sí, que debe quejarse de su condición si pudiera o pudiese. Pero como ya está bendecido irá al cielo del techo de los mataderos impolutos o a la barbacoa (…) de los guanches irredentos, que no ven la hora de que entre el santo en el templo y se quiten parte de los rejos, pidan unos buenos cubatas y descansar, descansar y relajarse porque el día ha sido duro.

Cheche Dorta