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Guía de Isora 22 de Marzo de 2014
Suárez
Don Adolfo Suárez González fue presidente del primer
gobierno democrático de España y el que lideró un cambio
que parecía imposible en aquellos años convulsos, poco
después de la muerte del general Franco y con las estructuras,
atadas y bien atadas, del régimen dictatorial; máxime cuando
era ministro del Movimiento y aún calzaba chaquetilla blanca con el yugo, las flechas y toda la parafernalia fascista.

Un mérito incuestionable de este hombre que, además, provenía de la tele de entonces, la única, como el partido que sustentaba el gobierno de la época. Y lo hizo: cambió desde dentro la urdimbre del franquismo, convocó elecciones, las ganó hasta que oscuras (…) maniobras le hicieron dimitir y tomaron el poder los mismos que le tachaban de traidor y lo expulsaron de la política. Hoy, gravemente enfermo, está a las puertas de irse y quiero hacer memoria de su paso por la historia, menos mediocre (…) que el presente.
A finales de la década de los setenta, 1977, se votó por primera vez y ganó Adolfo Suárez. Dos años después, volvió a ganar, 1979, en que se celebraron las primeras elecciones locales. Un año en que la UCD, partido que creó Suárez, ganó en Canarias con candidaturas (plancha se llama aún) compuestas de personas de derechas, franquistas, pseudodemócratas y tal. Y uno estaba en la otra banda, en la izquierda que existía de verdad. Hoy sería imposible definir el desprecio que mostraban los que defendían a Suárez contra los otros, los aún rojos, los que luchaban hasta para colocar una pancarta artesanal – en horas de noche – que se abatía por los sicarios pagados por los caciquillos que aún sobreviven, hoy en otras siglas más acorde con su escasa masa gris, los amamantados por las nodrizas de las que hemos hablado con anterioridad, y alguno había que era sincero – el centro que es la derecha –y se presentaba voluntaria y de forma altruista para trabajar por su pueblo. Eran otros tiempos en que en la citada UCD se tramaba, ya, el quitar a Suárez y recobrar las esencias perdidas; es decir: demócratas aunque defensores del franquismo y sus presas (balsas de agua, a proponer). Y así hasta hoy, en que Suárez nada recuerda y tal vez se muera, momento en que los hipócritas que lo abandonaron y glosaran positivamente su figura. Tiempo al tiempo, poco tiempo. Los que hoy están llevándole la contraria con su política muy cercana al general y al Valle de los Caídos por dios y por españa (y lo escribo en minúsculas por razones obvias) y que demuestran cotidianamente que era mentira su autoconfesión de demócratas porque de ser así, el CDS – partido fundado por Suárez – estaría gobernando y no esta cuadrilla de fascistas mentirosos y ladrones, refugio de mediocres que son lo que demuestran cada día. Y en aquél tiempo (como diría un socialista de hoy) en que se debatía con pasión algo tan primitivo como llevar la luz a la periferia, o el agua a las casas, o hacer viviendas al alcance de las familias, o fiestas reivindicativas, o que no se escupiera sobre el piche recién puesto, o que se construyera un centro de salud o uno cultural, o un instituto (…) para que estudiaran los hijos de la otra clase, o que en las planchas figuraran mujeres, o que la poli llevara en la hombrera la bandera tricolor y edulcorada con asombrosa naturalidad, o que la gente hablara por un micrófono que antes era artilugio temeroso, o que tengamos - hoy - cobertura sin la que sería imposible la vida, etc.

Mucho de lo que hoy es normal, o no, se fraguó en aquellos plenos a los que asistía el pueblo interesado por lo que en ese salón casi solemne se debatía. Y era casi bonito…creo. Después, alguien abrió la torna y los partidos – sobre todo en la izquierda – se llenaron de advenedizos a sueldo y llegó lo que estamos contemplando, pero como también antes llegaron las máquinas barredoras, debemos albergar la esperanza para que asee el panorama. Y ocurrirá.

Espero y deseo que a Suárez no le publiquen esquelas falsas. Esta crónica es mi homenaje sincero.

Cheche Dorta