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Guía de Isora 27 de Nov. de 2014
Los curas
“Yo no creo en los curas, pero en Dios sí”, me dice la vecina
que pasea y que lleva tiempo sin hacer ejercicio porque está
de dolores llena y, además, hace frío. De manera que hablamos
un poco – cada vez se habla menos cara a cara – y le digo que
es contradictorio que no crea en los hombres que juraron celibato y castidad y a los que puede verse y, sin embargo, tenga fe en lo que jamás se ha visto ni haya dado pruebas de su existencia, ni mucho menos, de su bondad y otras virtudes que se le suponen.

Bueno, me dice, esa es su opinión, pero yo, mi niño, tengo mis creencias y hay que respetarlas. De acuerdo. Bueno, se va, otro día seguiremos. Y uno queda con la agria sensación de haber dicho algo inconveniente y sin posibilidad de que la señora cambie de parecer.
Pero este preámbulo me da pie para recordar que se acaba de producir el enésimo
caso de pederastia entre curas, profesores de religión y sus monaguillos. El último
en la Granada que consintió el asesinato de su paisano García Lorca por ser homosexual, en cuya diócesis manda un arzobispo de físico perfecto, con pinta de devorador de todo lo que pueda comerse, niños inclusive y que se postró en el suelo de la catedral pidiendo perdón, otra vez, por las orgías que sus subordinados se montaban en los chalés humiles que alguien dejó en herencia a una secta que se dedicaba a derramar testosterona a raudales como si nada. Una golfería sin matices que debería causar una huelga de procesiones y todo lo que signifique culto que presidan los curas, por lo menos hasta que se les enjuicie y paguen por el daño causado. Vana ilusión, porque estos crímenes no son  nuevos, lo que ocurre es que ahora parece que salen todos los casos a la luz (y lo que falta), lo certifica el ministro del interior que es muy devoto, salvo con los que salten la valla de Melilla, y ha dicho que hacía tiempo que él tenía conocimiento del tema y que nadie puede dudar que los papas (…) Juan Pablo II – un sátrapa santo -, Benedicto XVI – un inquisidor – y el actual Francisco…, afirma, han sido absolutamente beligerantes para erradicar este tipo de comportamientos. Se persigna, el ministro de las porras y otros elementos paliativos, y cree lo que acaba de declarar. Mañana comulgo y un cura me perdona. Un cura…

Aquí, en la futura potencia petrolífera, aún no se ha investigado ningún caso de colegios religiosos, casas cunas, parroquias y otros templos de la castidad, pero sería de ingenuos presuponer que nunca pasó nada. No interesa porque a la gente se le conoce por la pinta y da la casualidad que los mal llamados hijos ilegítimos muchas veces se parecen más al padre que los que llevan sus apellidos y que constan en el libro de familia. En el fondo el nacional catolicismo sigue mandando y se calla lo que conviene a los de siempre.

¿Hipocresía…? pues sí, tal vez sea la revolución pendiente, la que aún nadie ha tocado – ni Podemos – y que debería ser prioritaria. Un ejemplo que se me ocurre: ya viene la Navidad que es la feria de las vanidades y tiene mucho que ver con la falsedad y con la religión, ese invento de siglos que solo ha traído al planeta sangre, guerras y superstición. Y atraso.

Creo, (una contradicción por mi parte, pero me confieso y ya está)

Cheche Dorta