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Guía de Isora 23 de Sep. de 2014
Carreteras
Es posible que Tenerife sea la isla que mayor número
tenga de carreteras inútiles y, sin duda, la que aspira
a tener más, adornándolas con trenes y más rotondas.
Uno ya se ha pronunciado en contra del falso anillo insular,
entre otras obras inútiles. Y abundo, ya que lo que está
proyectado, lo hecho y destruido, lo que está en veremos
son obras que nadie necesita.

Por ejemplo, el ya citado anillo que no será cerrado, puesto que el túnel de Erjos (más de 400 millones de euros en este momento dado) no podrá construirse, lo que significa que nada ganaremos en tramos casi rectos si tenemos que frenar dónde siempre se ha frenado. Y es importante decirlo y reiterarlo, porque si  no se deja escrito (por mucha tecnología que haya), lo importante de verdad es el papel. Esto último puede constatarlo uno que se divorcia, un jubilado que arregla su situación o un parado que se olvida que tiene que comparecer y poner cara de crisis subvencionada. Igualmente, repito que estoy radicalmente (…) en contra del puerto de Granadilla y de otros; del obsceno teleférico de El Teide y, obviamente, del tren que es un capricho de expresidentes que les dio por ahí y siguen empeñados en una obra – otra más – que es un derroche que no debemos permitirnos.
Y resulta que este lunes en que en mi pueblo era fiesta local – un día bobo – tuve que acudir a una botica que es una venta que expende drogas legales para que sigan los enfermos enganchados a esas sustancias que solo alivian. Y fui a Tamaimo, ruta peligrosa e insultante. Una carretera muy vieja que no ha sido rehabilitada desde hace varias décadas. O sea que salí de mi cuartel general y puse rumbo a ese norte. A los dos minutos de la travesía ya me encontré en una recta anciana con un manojo de tuberías que ya están sobre el asfalto; con decirles que sería muy peligroso encontrarse en ese punto con un vehículo: podría ser una decapitación sin necesidad ninguna. Y ahí siguen las tuberías y la estrechez de la calzada, la TF-82 que es Santa Cruz Guía de Isora o viceversa. Sigo y compruebo que siguen las mismas curvas que antaño, cuando la ruta hasta Icod se cubría en dos horas ¡dos horas!, y si la guagua se pasaba de velocidad, había que parar en el Valle de Santiago (todavía no era Villa Histórica) hasta el punto que jugose un envite en el interludio. Y, además, el coche y el que conduce, nota que el firme ya no es firme y que los riscos, preciosos, que pueblan esta zona, casi amenazan con caerse sobre los osados automovilistas y no valdrán las muy estéticas mallas con que los imaginativos responsables cubren las laderas sobre las que se construyó una obra titánica que debería inspeccionarse, porque uno puede sospechar – y sospecha – que puede caerse, lógico, y será terrible. Y aconsejo repetir la última frase para que la entienda hasta los intelectuales del chiringuito de jugones. Puede caerse la base que soporta la carretera que une a Chío con Tamaimo, acá en el oeste nada salvaje. Así que aviso que deberían mirar cómo está la obra, por si las moscas (…), es posible el derrumbre, ojo. Lo del piche es secundario.

Lo que no es baladí es que esta zona siempre ha pagado más por vivir aquí. Y jamás hemos sido compensados, más bien al contrario: tenemos las peores carreteras de la isla y no se arregla esa circunstancia con el innecesario anillo insular, bastaría con arreglar lo que tenemos, ver la isla despacio y hubiésemos ahorrado millones de euros para emplearlos, por ejemplo, con el hospital o un acceso decente desde la cumbre hasta la arena. Ah, me olvidaba, hay dos o tres rotondas, ese invento que deja a los conductores con los cascos desvanecidos y que, pa mi, es un negocio de los de siempre; de manera que usted va saltando entre baches y se encuentra con un espacio circular, con ceda el paso, para regresar al punto de partida y seguir, caliente como un macho, preguntándose el porqué de tamaña insensatez. Pues la isla, caballeros y señoras, está llena de rotondas sin que nadie haya explicado su utilidad. Creo – y mi alma la quiero pa dios – que lo de las redondas es una idea de psicólogos o psiquiatras para aliviar la ansiedad de las dieciseis válvulas y el mono de los cinco minutos sin hablar por el móvil. O de algún estudio de arquitectos que ahora se entretienen hasta que regresen los piratas que nunca se han ido del todo.

Resumiendo: no se les ocurra viajar por estos lares, so pena que caiga algún tolmo o (ya se ha dicho) afloje el firme. Si les cuadra una farmacia a deshoras, mejor irse al Adeje rico (al levante de la excelencia) que tiene su parte mala, pero menos que nosotros. Y, encima, me dicen que el proyecto de carretera hasta Fonsalía tiene una derivada oblicua que nadie ha explicado, lo que significa que los pueblos de la cota alta están condenados al ostracismo (…) y al olvido. Dicho queda.

Cheche Dorta
Comentarios
Claro, alguien que se la pasa todo el día sentado en bares, no necesita de vías de comunicación, pero están los muchos que se movilizan a diario que sí necesitan carreteras mejores.
Tan claro como que es una obviedad, de resto lo hace porque puede.