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Arona 2 de Junio de 2014
La confianza es una palabra olvidada
Hola querido lector, espero estés bien. Hoy tocamos el tema de las sorpresas con el cuento de Pablo Iglesias, porque fue una sorpresa y sentí ese rollo interior divino como una luz, aunque luego comiencen las oposiciones a sacar mierda sobre este señor, porque la política va en esa forma, pero es bueno que disparen mierdas y así controlan más los trapiches si hubieran o hubiesen.

Pablo Iglesias, jamás imaginó tal cantidad de votos y por las pocas imágenes vistas en televisión, queda demostrado que las redes sociales son la hostia. Escuché a un político nacional hablando pestes sobre Pablo, porque no había intervenido en tertulias cuando sabemos que el mando está entre socialistas y populares y en Canarias, la televisión por coalición y cuando entre otro, será otro. Seguimos hablando de las sorpresas que llegan sin esperar y en este mundo de consumo vicial tienen muchos por costumbre decir que desean como regalo en fiestas navideñas o cumpleaños y las sorpresas pasan al segundo plano. Recuerdo con mi hija yendo a comprar regalos, verla como enviaba fotos de una mochila azul a una tía suya y sentí pena, porque el factor sorpresa no existía.
Hablando de Pablo Iglesias comprobamos que tiene perilla, barbilla o chiva como tuvo Che Guevara o ese hombre llamado Jesús, según la Biblia. A Jesús lo pintan con pelo largo y barba, piel blanca y sin oficio alguno, como hijo de un tal Dios y predicador de la palabra, es decir, charlatán o consejero. Según la Biblia decía, amaros los unos a los otros como yo los he amado, amar al prójimo como a ti mismo, no robarás, no matarás y bla, bla, bla, pero hemos comprobado dónde terminó después de darle montón de hostias los soldados romanos.

Resulta que una cosa redonda que dan en las iglesias la llaman hostia y hostia es una palabra utilizada para amenazar algunos cuando quieren pegar. El Che murió a balazos, pero él también mató, es decir, quién a hierro mata a hierro muere, aunque muchos escapan. Ahora aparece Pablo Iglesias y veremos cómo transcurren las noticias hasta que llegue el gran día de las elecciones, pero lo guapo de todo esto es que tocó las pelotas a los grandes y ahora parece que están un poco asustados, pero ellos están garantizados económicamente y todavía les queda un tiempo para pegarse una vidorra que te cagas.

Los políticos olvidan que cuando ganan sería intentar hacer feliz a los votantes, pero parece que funcionan al revés del pino, y siento un silencio en la sociedad y cuando los perros no ladran, es cuando hay que tenerles miedo, porque en el momento menos pensado te chascan.

Los políticos ahora quieren pensar cómo rescatar la confianza, una palabra muy nombrada por muchos de nosotros de a pie y la confianza ahora tienen que demostrarla con hechos antes de las elecciones, porque las únicas palabras que no se las lleva el viento, son las de los mensajes telefónicos. Con esto y un bizcocho, no les como más el…. coco. Gracias por estar ahí y regalarme ese tesoro tan poco valorado por nosotros, el tiempo. Un abrazo.

Juan Santana
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