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Arona 28 de Marzo de 2014
“El aguijón y Granadilla”
Cuando escribes mucho porque eres libre,
con la suerte de que existen personas frente
a un ordenador leyendo, gozas de ese privilegio
y estoy orgulloso de sentir que somos alguien.
Esta carta está dedicada a los aguijones
anónimos, para que sientan ser alguien
en esta sociedad absurda repleta de
inteligentes con nivel cero, hasta el diez.

El nivel cero, son las personas que por desgracia nacen con deformaciones y están toda una vida, atendidos por los que tocó esta responsabilidad. Los inteligentes del uno al diez, son los que según su nacimiento en el planeta desde tiempos ancestrales, crecieron con su cultura, político y social sin olvidar el espacio familiar. En esta parte llamada Canarias, tenemos suerte de poder vivir en libertad con sus pro y sus contras, para no profundizar en temas políticos absurdos, que jamás tendrán solución, porque… ¿Qué vamos a contar que todos no sepamos?
Hablamos de amor universal, donde la norma sería el equilibrio repartiendo las arcas de una sociedad cargada de obligaciones económicas impuestas por los gobiernos y cada vez exigiendo más al empresario, porque los gastos son cada vez mayores. Estimado aguijón, espero que después de leer reflexiones y en vez de a Gijón, te vayas a Málaga. Quiero recordar el tiempo que estuve de monitor en Granadilla, con un sueldo de 900 € al mes y jamás olvidaré que el Ayuntamiento está a menos de cien metros, de aquel escenario con el cual compartí una noche del Festival Chasnero. Estaba Quilapayu ese grupo chileno, pero instalados en Francia y que Víctor Jara, en paz descanse, dirigía, además Bejeque, un grupo folclórico del pueblo donde nací, Sardina del Sur.

Quiero recordar ese año, que cada sábado gocé de las misas a las doce en la Cueva del Santo Hermano Pedro y leía la Biblia, además de cantar las canciones con esos arreglos más animados, para que las misas no fueran tan aburridas. Pepe Ventura, leyendo la palabra me encantaba y nos llevábamos muy bien, aunque él era amigo de todos, un sabio. Quiero recordar la primera vez que bajamos desde Vilaflor hasta la Cueva caminando durante cuatro horas aproximadamente. Quiero recordar el libro famoso, bautizado con el nombre de “Ilusiones y Verdades Compartidas”, que Félix Rojas hizo su homenaje con todo el amor del mundo. Recordar el programa de radio de nueve a once de la mañana con Pedro Gaspar, sin olvidar cuando aquel día vino un político a decirnos que era un programa de la rosa y ofrecí a dicho señor, que fuera él solo al programa y hablara con el pueblo y nos dijera como haríamos un mundo mejor.

Buscarse la vida cada día, es un trabajo de animal salvaje porque la comida es el foco de la vida y estimado aguijón, te diré algo, no estoy feliz, a pesar de tener casi medio millón de reproducciones de mi última canción. No estoy feliz, a pesar de sobrarme ilusiones y sueños. No soy feliz, a pesar de tener muchas personas que me aman y otras me envidia o me odian.

Mientras en el mundo exista una sola persona viviendo penalidades con el hambre, las guerras o enfermedades, es imposible ser completamente feliz, si tienes o arrastras amor universal. Siento que después de los cincuenta años bajas una montaña, convencido que es imposible vivir en una sociedad perfecta. Has nacido en el año que tocó, en una parte del planeta te comerás el marrón que te toque o el azul. La suerte está ahí, en tu destino. Tú eres el aguijón y otros son los que dan la cara. Podría seguir comiéndote el tarro, pero termino ya. Espero que la carta no les haya gustado, pero por lo menos, que les haya entretenido. Un abrazo.

Juan Santana