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Arona 25 de Octubre de 2014
La corrupción no murió
con el Marqués
En cuanto a tener un gran historial, somos únicos.
Esa frase mítica, con una buena carga de mala leche
fue la que pronunció el número dos del PSOE en el “reinado” de Felipe González. El antipático y enterado Alfonso Guerra, cuando dijo “A España en unos años no la conocerá ni la madre que la parió”.

Sabía lo que se decía este “descamisao”, que fue sin duda uno de los primeros virreyes del socialismo a principios de la Transición que se guiñó en los españoles, muchos de ellos aquel entonces fueron a votar con la boina calada hasta las orejas, a este altanero demasiado espabilado. Felipe le consentía todas esas salidas de tiesto por temor, si, así es, sabían mucho uno del otro para irse con camelos, y posiblemente ese fue el freno de que nunca le tirara de las orejas cuando aceptó que su segundo, Alfonso, tuviera a su lado a un vividor como su "hermanísimo" Juan Guerra, que le puso un despacho en la Junta de Andalucía para que fuera haciendo sus chanchullos y prevaricaciones corruptas a la sombra de su hermano Alfonso.
Así empezó la nueva trama que traía la neófita democracia española, colocando a dedo, amigos, familiares, los del carné y pelotas de la rosa de Felipe, algo que ya se creía que había muerto con el dictador, junto con la saga de golfos y corruptos de la camarilla del Marqués de Villaverde, yernísimo de Franco, después de tener a media España en vilo soportando los negocios, todos con gran éxito al estar estos avalados y amparados por el Régimen de Franco.

Errores y desmanes empezaron a adueñarse de la incipiente democracia, el cambio fue para muchas cosas que el pueblo ya deseaba, menos para los crápulas y miserables hijos de puta que estaban al acecho para empezar a tejer las tramas de la corrupción, que ha ido creciendo llegando a llegar a ser hoy en España el Máster de Europa.

El Partido Socialista y luego el PP, abrieron bien el melón de la confusión y se encerraron en su mala creatividad, transformando lo que pudieron en una pobreza intelectual exquisita, y ejerciendo en demasía la soberbia desgraciada de un comportamiento solo reservado para inútiles con el encefalograma plano.

Todo se fue degradando a golpe de triunfalismo que el ciudadano aplaudía sin darse cuenta que todo era una pura puesta en escena de elementos baratos y mentirosos, que solo hacían que maquillar al País, ocultando ya lo que se avecinaba, ya que estos iluminados Sénecas nos hacían ver que éramos un ejemplo para Europa, y de esta forma nos llevaron a todos a sentirnos lo que no éramos, y a empezar a elaborar esa degradación general que se han hecho y se sigue haciendo a las Instituciones, y que luego han redondeado con esa mala política ejercida desde la Transición, anclándonos en una crisis de largo recorrido, y dando campo al delincuente y corrupto ladrón de esta democracia

Salvador Barnes
doropress@gmail.com